Teoría de yoga - Introducción al yoga
Comencemos por el principio; ¿qué es el Yoga? Muchos creen
que las posturas que solemos practicar en una sesión de yoga es Yoga; otros lo
entienden como la relajación a la que te traslada típicamente sabasana, la
última postura de casi cualquier sesión de yoga, en la cual muchos inclusos se
duermen; nada más lejos de la verdad.
Yoga (Yog, llamado Yoga tras la conquista inglesa de India
por acomodación a su lengua) es la unión de uno mismo con el universo, es fluir
con el mundo, es estar aquí y ahora, sin importar nada más, a la vez que se
alcanza una unión tal con el mundo que te revela qué es realmente importante y
te permite entender más allá del ego que tanto nos gobierna, es alcanzar un
nivel diferente de entendimiento del mundo (que no superior, sino más natural,
más cercano a la naturaleza, a nuestra naturaleza y a nuestro propio corazón,
entendido no como el órgano que late sin cesar, sino a aquello que cada día
buscamos y no solemos saber siquiera qué es o cómo encontrarlo, incluso gran
parte de la vida pasamos omitiendo las señales a gritos que nos envía). Yoga es
filosofía, es vida, y no asanas (conocidas como posturas y pronunciado tildando
la primera “a”, “ásanas”) Yoga es meditación y relajación, y no sólo sabasana
(la postura del cadáver) estando en conciencia plena de cada uno de tus
músculos, de tus movimientos y tus respiraciones. Meditar, explicado de forma
simplista, es dormir, pero estando plenamente consciente, por lo que, aquellos
que en una sesión de Yoga se rinden al sueño por el gozo que produce la
actividad física, están fallando en una parte fundamental, están fallando en la
consciencia necesaria para la unión de uno con el universo, con la conciencia
universal.
Dicho esto, puedes preguntarte, ¿He estado practicando yoga
o sólo dibujando posturas con mi cuerpo?, ¿He estado haciendo mal yoga hasta
ahora por tener cierto estupor tras cada sesión y no estar seguro de si dormía?
La respuesta rápida es no. La explicación es sencilla,
vivimos en un mundo gobernado por las horas, por las tareas y por la velocidad,
la productividad y la cantidad, entonces, tras una sesión de yoga en la que le
das permiso a tu mente para desconectar, a tu cuerpo para trabajar en sí mismo
y a tu espíritu para ser libre, es normal que los tres, tras la fatiga a la que
están sometidos continuamente, se den un respiro, y con ello te lleven al
séptimo cielo por unos instantes.
Ahora bien, sabiendo que puedes hacerlo mejor, es el momento
de hacerlo, es el momento de ser el dueño de tus actos, de alcanzar esa
conciencia y serenidad que el Yoga puede proporcionarte, generando una rutina
diaria que te ayude a estar contento cada día, a no perder de vista tus
objetivos y a vislumbrar nuevos que quizá no te habías planteado, a liberarte
de las cadenas que nosotros mismos nos hemos atado con fuerza y a entender que
no sólo es muy sencillo liberarlas, sino que, al ser consciente de cuáles son,
no caigas de nuevo en la desidia que muchas veces vivimos, y tengas las
herramientas para esquivar las trampas del camino mucho antes de que éstas
estén cerca.
¿Y, cómo empiezo? Calma, para eso estamos nosotros, para
guiarte en la medida de lo posible en este nuevo camino que has elegido,
empezando por lo que más cerca tienes: tu cuerpo.
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